Y en este conflicto que no fue, las víctimas nunca se han vengado (una anomalía en la historia de los conflictos que sí fueron). Y porque nunca lo han hecho, ahora se tiene el cuajo de exigirles no sólo que perdonen, sino que olviden, para que la sociedad que les dio la espalda pueda olvidar también. ¿Por mala conciencia? No parece. Quizás sea porque, visto ahora en la distancia, lo que pasó, bonito no fue.
Lo decía también el socialista y muñidor de este proceso de paz que no ha sido, Jesús Eguiguren (este sí, maltratador condenado): “La memoria de las víctimas es esencial. Cuando digo memoria digo dolor, contención. Es más auténtico que el que se promueve desde la exaltación”.