El Gobierno de España tiene firmados dos documentos de enorme calado, y se vanagloria de ello siempre que puede, especialmente cuando quiere vender su lado transformador, ecololgista, sostenible y verde. La Agenda 2030 contiene 17 objetivos que van desde el fin de la pobreza y el hambre en el mundo hasta el logro de una energía asequible y no contaminante, pasando por la producción y el consumo responsables o parar el cambio climático. España 2050 dispone de 678 páginas y fue presentado hace unas semanas a bombo y platillo. En él se incluyen objetivos que el mismo gobierno tildó de extraordinariamente importantes para nuestro futuro y el de nuestros hijos, y a cuyo cumplimiento únicamente podríamos aspirar si se producen “cambios radicales” en “la forma que generamos energía, nos movemos y producimos y consumimos bienes y servicios”, de modo que “habrá que aprovechar toda nuestra riqueza en fuentes de energía renovable, electrificar el transporte, reinventar las cadenas de valor, replantear los usos que hacemos del agua, reducir al mínimo los residuos que generamos, apostar por la agricultura ecológica e impulsar la fiscalidad verde”, lo cual deberá hacerse “en un tiempo récord”. No lo digo yo, lo dice el Gobierno de España.