El profesor Juergen Bernhard Donges (80 años) se ha marchado de este mundo de la misma forma como fue en vida: discreto, sin estridencias, serio y riguroso. Sólo bastaba una breve conversación para darse cuenta de que no estabas ante un economista que te dice lo que quieres oír, ni tampoco aquello que más amigos le podía generar. Un economista no está para esas cosas. Como escribió en cierta ocasión el Nobel James Buchanan, «los economistas deberían asumir su responsabilidad básica; deberían, al menos, tratar de conocer el tema que manejan» (What Should Economists Do?, Indianapolis, Liberty Press, 1979). Precisamente, en esta línea, el profesor Donges era uno de los escasos exponentes que quedaban del más puro y sentido estricto de la ‘economía política’: la intersección entre la economía, el papel del Estado y el ejercicio de la política.