La imprescindible dignidad de España

Voy a hablar de algo que los políticos han perdido y que la sociedad civil mantiene firmemente independientemente de nuestro sesgo político, en un divorcio cada vez más claro y profundo. ¡Principios y valores urgentes! Algunos o muchos dirán que somos muy antiguos ya que la política es así. Otros pensamos que la política moderna y renovada debiera ser un arte noble pensando en los demás, sin servirse de los demás, pero nos vuelven a decir que eso era en tiempos pasados.

Voy a hablar de algo que los políticos han perdido y que la sociedad civil mantiene firmemente independientemente de nuestro sesgo político, en un divorcio cada vez más claro y profundo. ¡Principios y valores urgentes! Algunos o muchos dirán que somos muy antiguos ya que la política es así. Otros pensamos que la política moderna y renovada debiera ser un arte noble pensando en los demás, sin servirse de los demás, pero nos vuelven a decir que eso era en tiempos pasados.

En la situación en la que está España, con una trágica pandemia, muriendo todos los días desde hace dos meses y medio alrededor de trescientas personas — de las que nadie habla — y que sumamos a los más de ciento treinta mil muertos desde el comienzo y siendo este número de muertes diarios no como en el momento más trágico, pero si como en los momentos más álgidos y muy graves de estos dos últimos años, no es sencillamente admisible lo que estamos viviendo esta semana.

En la situación en la que está España, con una trágica pandemia, muriendo todos los días desde hace dos meses y medio alrededor de trescientas personas — de las que nadie habla — y que sumamos a los más de ciento treinta mil muertos desde el comienzo y siendo este número de muertes diarios no como en el momento más trágico, pero si como en los momentos más álgidos y muy graves de estos dos últimos años, no es sencillamente admisible lo que estamos viviendo esta semana.

En este momento tan difícil la cúspide del principal partido de la oposición ha hecho lo que a nadie se le ocurre hacer. Lo que no es admisible hacer. Lo que es auténticamente inmoral hacer. Lo que contraviene los mínimos principios y valores, atacando descarnadamente y sin justificación alguna al principal baluarte de contención a un presidente de Gobierno impostor y nefasto. Simplemente, nadie da crédito, y tampoco en Europa.

¿Pero que es eso de delatar, difamar y acusar sin pruebas a una señora honesta, valiente y ejemplar y horas después decir que se cierra el expediente acusatorio, y que es eso de documentos de voluntad acusatoria que no pueden obtenerse si no es por el Gobierno, que delictivamente han aparecido? ¿Qué es eso de atacar despiadadamente y durante meses al principal referente del centro derecha, gracias al cual se logra subir el aprecio del líder en toda España y que además hace una semana y poco, a ese referente se le pide por favor acudir un extremis, y poder dar un empujón de seguridad para garantizar las elecciones de Castilla y León?

La última noticia que conocemos es relativa a que «el PP entregó el Tribunal de Cuentas al PSOE a cambio de información sobre el hermano de Ayuso», sabiendo de la exigencia de ERC para el pacto, y como consecuencia seguir apuntalando al jefe de Gobierno, que es de una gravedad indescriptible, si no se desmiente categóricamente, supone la sublimación de la traición por las dos partes implicadas.

Es todo lo anterior no solo incomprensible, es perverso e indigno y una traición a quienes confían en la lealtad mínima que se ha de tener con las personas, y a la lealtad mínima que se ha de tener con todos los votantes.

Este ataque de locura, despiadado y absolutamente injusto, a Isabel Díaz Ayuso, presidente de la Comunidad de Madrid, ha sido una ignominia. La mentira ha dado la cara, pero sin embargo tal comportamiento contra ella ha elevado aún más si cabe su figura, de máximo respeto y aprecio del pueblo español, y de vanguardia de los valores imprescindibles e imperecederos que representa, que han de derrotar la execrable deriva por la que transita el Gobierno de la Nación.

Este ataque de locura, despiadado y absolutamente injusto, a Isabel Díaz Ayuso, presidente de la Comunidad de Madrid, ha sido una ignominia. La mentira ha dado la cara, pero sin embargo tal comportamiento contra ella ha elevado aún más si cabe su figura, de máximo respeto y aprecio del pueblo español, y de vanguardia de los valores imprescindibles e imperecederos que representa, que han de derrotar la execrable deriva por la que transita el Gobierno de la Nación.

En su caso, la política hace una buena excepción ante la perversa forma de entenderla hoy y encabeza, ella sí, una verdadera nueva forma de hacer política. La política en mayúsculas como verdadero valor de exclusivo y desprendido servicio a la sociedad, la verdadera virtud, la verdadera defensa de los más nobles principios y valores, pero de verdad. Ella sí los aplica diariamente en sus responsabilidades.

Es quien lidera una política de la sencillez, de la palabra cercana para todos, de la preocupación por el más sencillo y olvidado, de la mano generosa y firme, de los intereses de las personas antes de cualquier otro, del torrente de confianza, verdad, y libertad, como firme asidero y garantía de quienes le sustentan. Una nueva política basada en la mejor herencia moral de nuestra cultura, y de nuestra sociedad, que solidifica los valores imperecederos para ser la mayor garantía, fuerza y engranaje del mejor progreso de la sociedad, tanto del presente, como de las futuras generaciones.

El trauma añadido que padece estos días España con la crisis del principal partido de la oposición, puede, sin embargo, traer una gran oportunidad, pues es imprescindible una profunda regeneración en los partidos y en España. Ello me hace también pensar, lo cual sería así mismo una gran oportunidad, la necesaria, urgente y profunda regeneración que requiere el Partido Socialista, hoy absolutamente cautivo de un caudillo que ya mostró sus malas artes cuando le echaron de su propio partido, y ha permitido dar la espalda a la socialdemocracia radicalizando sus bases y creando enfrentamiento entre los españoles. Muy perverso. Así de golpe, los dos grandes partidos darían el ejemplo que les exigimos sin dilación y excusa alguna la sociedad civil.

El que el presidente del Gobierno diga delante de la primera ministra de Dinamarca en medio de la crisis de la oposición, por un lado que no entra en asuntos de otros, pero para inmediatamente añadir que «pido que se aclare cualquier sombra de duda y acusación de corrupción», así de repente, es un maquiavélico e inventado regalo de quien en la cúpula del PP le da la coartada, y que jamás debió facilitar al jefe de Gobierno. Pero, al tiempo, es tal la osadía perversa de este, que no contempla, esos si, los muchísimos casos de corrupción, que tiene entre las manos ahora mismo.

El que el presidente del Gobierno diga delante de la primera ministra de Dinamarca en medio de la crisis de la oposición, por un lado que no entra en asuntos de otros, pero para inmediatamente añadir que «pido que se aclare cualquier sombra de duda y acusación de corrupción», así de repente, es un maquiavélico e inventado regalo de quien en la cúpula del PP le da la coartada, y que jamás debió facilitar al jefe de Gobierno. Pero, al tiempo, es tal la osadía perversa de este, que no contempla, esos si, los muchísimos casos de corrupción, que tiene entre las manos ahora mismo.

En fin, un largo etcétera de ejemplo nefasto y muy perturbador, en vivo y en directo, rodeando al propio jefe de Gobierno, que no debiera por mínima vergüenza atreverse a pronunciar una coma sobre corrupción y más bien tener la obligación de denunciarla inmediatamente, de quien fuera, pero antes de nada la de sus propias filas que la tiene de todos los colores e impide, –  «de quien es la fiscalía» -, su investigación en actitud muy sospechosa y antidemocrática.

En suma, España necesita una regeneración plena, empezando por los lideres políticos, para  ser ejemplares, que valga su palabra, ser honestos con quienes les han confiado el voto, no mentirles, y desde luego dimitir aunque sea por el mínimo engaño y mal ejemplo que puedan dar. Para liderar la oposición y por supuesto para ser presidente de Gobierno hay que tener una intachable moralidad pública, muy por delante de otras cualidades también esenciales. Esa ha de ser la condición sine qua non, y la más importante para encabezar las más altas responsabilidades públicas, la principal condición para dirigir una nación, de la importancia  de España, en una democracia europea y occidental. No puede seguirse un minuto más en España con esta degradación auspiciada por quienes más responsabilidad tienen y por supuesto no es admisible tener al frente de un Gobierno quien ha conculcado los principales valores de la democracia.

Máxime, cuando en los gravísimos momentos que estamos comenzando hoy con una guerra en Europa, y se nos muestra la fragilidad de quienes sin valores éticos ningunos, están provocando esta peligrosísima situación.

¿Cómo es posible entonces la irresponsabilidad y tanta acción injustificada, sin ética alguna, sin nombre, sin lógica alguna, – lo digo con muchísima tristeza -,  del líder de la oposición, sin anteponer exclusivamente los únicos intereses, por los que trabajar, los únicos, que son los de España? ¿Cómo es posible entonces la actuación del jefe del Gobierno, también lo digo con mucha tristeza, que se mintió a sí mismo y a todos los españoles, sublimando la inmoralidad, para pactar con quienes quieren todos los días la destrucción de España?

¿Cabe ser más irresponsable y miope quien tiene la misión de Gobierno, de anteponer a sus bajezas, los legítimos, únicos  y prioritarios intereses de España y que una situación de grave riesgo mundial, como la que ha comenzado, tenga que llamarles a capítulo, como a niños maleducados y malos, para que incorporen los mínimos principios y valores que han de exigírseles para que respeten a todos los españoles a los que únicamente han de servir?

Es tiempo de profunda regeneración, de honestidad y de verdad. Es tiempo de dignidad. Es tiempo de desalojar para siempre la mentira y la maldad. Es tiempo de que los profundos valores de la sociedad, único baluarte seguro de progreso y seguridad – no nos los van a cambiar -, desenmascaren y desmantelen el mal ejemplo de los que, aprovechando nuestro voto de confianza, han traicionado los principios básicos y ejemplares que nos quisimos dar todos los españoles.

Artículo de Amalio de Marichalar publicado en ElCatalán.es.

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