Los separatistas se llenan la boca sobre su presunto amor a Cataluña, como aman “su” tierra, “su” lengua, “sus” instituciones, “su” cultura. Pero no es verdad, en realidad la odian, porque sienten un rencor infinito hacia millones de conciudadanos que no comparten sus ideas, pero que son tan catalanes como ellos. No aman a Cataluña, sólo la visión de Cataluña que ellos tienen, una tierra empequeñecida y uniforme, en la que no cabe la discrepancia, en la que sólo se habla un idioma, se milita en una ideología concreta y en la que hay un gran enemigo exterior: España.