Mikel y Joseba

En un periodo muy breve de tiempo se nos han ido dos intelectuales destacadísimos que tuvieron el valor de significarse activamente frente al nacionalismo del que procedían desde lo más profundo de sus raíces.

Hace unas semanas fallecía Mikel Azurmendi, una persona extraordinaria que se dio cuenta de la barbarie que suponía esa ETA primigenia en la que militó, y que supo poner pie en tierra a tiempo para dedicarse desde entonces a arremeter contra ese proyecto totalitario que amedrentó a la sociedad navarra y vasca durante décadas, y cuyos efectos aún perduran. Esta firme oposición a la violencia, le supuso tener que exiliarse y abandonar su tierra ante las amenazas de muerte que sufrió.

Y este martes fallecía Joseba Arregi, posiblemente el intelectual que más brillantemente denunció la actitud de la sociedad vasca en general y del PNV en particular, partido en el que lo había sido casi todo, desde presidente en Guipúzcoa hasta consejero y portavoz del gobierno vasco. Arregi acusaba sin tapujos al partido creado por Sabino Arana de recoger las nueces del árbol que los asesinos agitaban. Ni que decir tiene que su posicionamiento le supuso el ostracismo en la sociedad vasca.

Tuve el honor de conocerlos y organizar actos con ellos como protagonistas, tanto en Pamplona como en Barcelona. Mikel participó en la primera edición en Pamplona del “Ciclo de Cine para la Tolerancia y contra el terrorismo” de la Asociación por la Tolerancia y nos animó para formar un grupo activo. De allí salió la decisión de hacer una concentración el 11 de febrero de 2016, para conmemorar el “Día en memoria de los desplazados forzosos por ETA y de todas sus víctimas de crímenes contra la Humanidad” tal y como el Parlamento de Navarra había declarado en 2015 tras la propuesta de la asociación Dignidad y Justicia. Desde la siguiente convocatoria en 2017 ya se organizó junto con asociaciones navarras de víctimas y también otras como Sociedad Civil Navarra.

A Joseba Arregi le conocía por su participación en el ya citado ciclo de cine en Barcelona. Me quedé impresionado por sus profundas convicciones en defensa de los valores constitucionales y de la convivencia entre todos los españoles, así como por su apoyo incondicional a las víctimas del terrorismo. En marzo de 2016 le invitamos a presentar en Pamplona su libro “El terror de ETA” donde nos dio una magnífica lección. Su parlamento en el homenaje a José Luis López de Lacalle en el decimoquinto aniversario de su asesinato en Andoain, donde nació Arregi, es una pieza extraordinaria que merece ser recordada. Fue un placer entregarle el XXII Premio a la Tolerancia, y recuerdo como insistía en que, frente al intento de olvido, debíamos denunciar sin tregua a los asesinos y a los que colaboraron con ellos por lo que habían hecho hasta que se arrepintieran. Literalmente sugería que debíamos “meterles el dedo en el ojo y recordárselo”. Por desgracia muchos aún no se han arrepentido, pero parece que eso no ha sido obstáculo para ser socios preferentes de nuestro gobierno foral.

Precisamente por ser vascos de pura cepa, Mikel y Joseba fueron unos auténticos “traidores” (en el buen sentido de la palabra) de esos que más duelen al nacionalismo excluyente y supremacista.

Sus convicciones cristianas venían de dos caminos completamente diferentes. En el caso de Mikel, fue un ateo convencido durante buena parte de su vida, pero la conversión le vino en la madurez. En el caso de Joseba, fue creyente desde la infancia e incluso estudió en el seminario. Escuchando y leyendo sus discursos creo que tenían una cierta sensación de haber estado en deuda con las víctimas, por acción o por omisión respectivamente en sus militancias previas.

Queridos Joseba y Mikel. Sabemos que hicisteis mucho por las víctimas, que os apreciaban de corazón, y también sabemos lo mucho que trabajasteis por la convivencia entre todos los españoles defendiendo el marco constitucional como referencia. Vuestra marcha nos ha dolido mucho y es una pérdida irreparable. No podremos disfrutar de nuevo de vuestra compañía y
vuestra magnífica conversación, pero a buen seguro os habéis ido en paz.

Artículo publicado por Eduardo López-Dóriga Enríquez en el Diario de Navarra.

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