Titánico digo, y creo que me quedo corto, porque estamos ante una operación de imagen que hubiera causado rubor incluso al comisario de agitación y propaganda de la extinta URSS encargado de eliminar a Trotski, Zinoviev, Kamenev y tantos otros de las fotografías oficiales tras su caída en desgracia. Solo que en esta ocasión, en lugar de recortar disidentes se ha optado por añadir a capón a Sánchez (y a ZP) a las icónicas ilustraciones que realizó el dibujante José Ramón para las elecciones 1977, convirtiendo de paso la maravillosa imagen coral de aquella campaña- Felipe rodeado de gente de diversas profesiones- con la que el PSOE de entonces trataba de simbolizar su cercanía al ciudadano de a pie, en una suerte de triunvirato trucho con la que Sánchez, en otro triple mortal con doble tirabuzón, pretende ahora hacer creer al respetable que es el depositario de la legitimidad histórica de un proyecto político cuya esencia en realidad ha subvertido.