Sí, es lo que he visto hacer a la mayoría de los políticos en vivo y en directo en mis años en el Parlamento Vasco (para salvarse a sí mismos o para salvar la representación política de su partido, que viene a ser lo mismo) y lo que veo hoy día desde la distancia del análisis político; pero en Sánchez tal objetivo alcanza el grado máximo, dado que nunca antes habíamos padecido un político tan falto de principios y tan dispuesto a llevar a cabo lo que fuera que necesitara para salvar su cabeza y seguir en su escaño o, en este caso, en la Moncloa, lo cual lo convierte en un auténtico peligro público; además, como no es un tercera fila sino nada menos que el presidente del Gobierno de España, cabe denunciarlo con más ahínco, para que nadie se lleve a engaño ni desmenuce su ingenio en análisis mucho más profundos. Y, obviamente, para que lo padezcamos el menor tiempo posible, que ya es bastante lo que lo hemos padecido. Cuando otros lleguen al Gobierno, los analizaremos del mismo modo y denunciaremos sus malas praxis políticas o sus decisiones erróneas cuando estas se produzcan. Es lo que todo analista político debe situar en su frontispicio, le pese a quien le pese; si no lo hace, no será un analista sino un forofo de los suyos.