Sobre la Autodeterminación

Ante los recientes comentarios de las dos magistradas del Tribunal Constitucional, proclives a “reestudiar” las posibilidades de autodeterminación de las Comunidades españolas que legal y ordenadamente lo deseen, en línea con las actitudes al efecto de los partidos de la coalición que gobierna España, surgen algunas reflexiones que evidentemente no son novedosas pero que parece necesario insistir en ellas.

Se entiende que la autodeterminación sea una salida adecuada en un proceso de descolonización, pero es difícil asumirlo en una nación históricamente integrada, en donde la interconexión de su población en todos los ámbitos, ya sea afectivo, cultural, social, económico, laboral, en fin, de todo tipo, sea plena como es el caso de España, aunque evidentemente se está deteriorando como consecuencia de las actitudes y procesos secesionistas, que venimos sufriendo desde la Transición y que ningún Gobierno de España ha sabido neutralizar, antes bien, por intereses espurios e inconscientes, todos han propiciado en mayor o menor medida.

Sin embargo, es fácil entender que los secesionistas de cualquier región española pretendan crear estados independientes, entre otras cosas porque sus promotores acumularán un poder superior al que detentan en la actualidad, sin que parezca que les importe mucho que los habitantes de esas comunidades vayan realmente a mejorar su bienestar integral.

Por otra parte, la actitud beligerantemente inamistosa de los secesionistas frente a España y los españoles, daría lugar a que esos hipotéticos nuevos estados fuesen poco proclives a una buena relación con el Estado Español. O sea, sin ninguna posibilidad de federación con España, que es lo que se supone tienen como objetivo PSOE, UP y PCE. 

En consecuencia, lo que no se comprende bien es la actitud del actual gobierno de coalición de esos tres partidos, de favorecer las ansias secesionistas, porque mientras se desarrollase ese proceso de secesión podrían gozar del apoyo de los secesionistas para seguir gobernando en España, pero cuando culminase el proceso de secesión, ya no podrían contar con ese apoyo y sí con la animadversión de un gran sector de la población española. 

No es fácil entender esa política porque sus burdos y perversos réditos son muy cortoplacistas. 

Tampoco se conseguiría, como queda dicho, un Estado Federal que integrase a las Comunidades que se hubiesen separado, porque, obviamente, éstas no están ni estarían por la labor. 

Ya la España actual es de hecho un Estado Federal, en el que cada Comunidad Autónoma hace de su capa un sayo y en la que, lamentablemente, reina la insolidaridad y la competencia feroz entre Comunidades, donde el espíritu de cooperación entre ellas es mínimo y en todo caso, cuando lo sea, lo es solo por mezquinos intereses económicos y no por motivaciones humanas, culturales y sociales.

De manera que ¿adonde nos quieren llevar los partidos de la coalición gobernante y porqué? porque no parece que a medio y largo plazo eso beneficie a nadie, salvo a los líderes secesionistas, porque, como se ha anotado antes, tampoco beneficiará esencialmente a la población de las Comunidades separadas y desde luego no al resto de España.

El Brexit es un buen índice de como la separación no produce más bienestar a la población. 

Otros casos, como los de la antigua Yugoslavia, son diferentes, porque se trataba de comunidades en las que había fructificado mucho antagonismo, aunque también en ese triste caso, muy probablemente todo fue orquestado por determinados líderes ambiciosos y belicosos, con pocos escrúpulos y con el apoyo incomprensible de ciertos estados europeos. 

Hay muchas cosas que resulta muy difícil entender desde la racionalidad y una actitud convivencial, solidaria y cooperadora, que es lo que el mundo necesita. 

Miguel Ángel Derqui
Ingeniero Industrial 

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