La derecha parte de la idea de que los impuestos son siempre excesivos y la izquierda de que siempre pueden subirse. Ambos presupuestos, más allá de sus incoherencias prácticas, forman parte de su identidad ideológica y son su receta para casi todos los problemas. La pugna entre la izquierda y la derecha es legítima y democrática y carece de sentido pedir a la una o a la otra que dejen de ser lo que son. Lo que los ciudadanos debemos exigirles es que nos cuenten toda la verdad. Porque lo que habitualmente no explican es qué impuestos deben incrementarse o reducirse, si los impuestos directos o los indirectos, a quiénes, en qué momento del ciclo económico es recomendable hacerlo, durante cuánto tiempo y cuánto. Y, aunque en general comprendemos que los impuestos son necesarios para sostener el Estado del Bienestar, solemos preferir pagar menos o que paguen otros. Y además queremos todas las respuestas: a qué se destinará el dinero recaudado o cuánto gasto innecesario podría reducirse, por no hablar de qué se hará para luchar contra la corrupción, la elusión impositiva de las grandes empresas, el fraude fiscal y el fraude laboral, todo lo cual nos cuesta millones de euros anuales y graves situaciones de injusticia social. No bastan las soflamas ideológicas para aglutinar a los partidarios sino soluciones integrales.